martes, 26 de marzo de 2013

Ojos


Me lloraban los ojos.
- ¿Por qué lloráis? – les pregunté.  
Pero no contestaron, solamente lloraron. Lloraron un día entero y de pronto pararon.
- Queremos ver el cielo pero siempre está nublado – me dijeron entonces.
- Pero yo no puedo limpiar el cielo de nubes, no puedo atravesarlas y subir por encima de ellas.
- Lloramos porque sí que puedes pero te conformas con cerrarnos y soñar.
Y razón no les faltaba. Día tras día he soñado con volar. Día tras día, he soñado que formaba parte del cielo. Noche tras noche, las estrellas cubrían el cielo. Noche tras noche, me abrazaba la Luna.
Pero cada vez que abría los ojos siempre la misma tormenta. Las mismas nubes oscureciendo el cielo. Me impiden ser feliz. Necesito aprender a volar. Pero los humanos no pueden volar. Sueño y sueño que soy algo más pero siempre vuelvo a despertar y mis ojos comienzan a llorar.
-  Estoy atrapado a la tierra y vosotros lo sabéis. Lejos quedan los sueños donde soy feliz. Sabéis que sin todos esos extraños poderes siempre seré un pequeño niño triste y melancólico. Incapaz de volar.
- Y tú sabes que el sol está más allá. Y cuando ríes sentimos su luz y su calor. Su hermosa luz. Pero nosotros vemos fuera y en tu interior y ahí siempre está oscuro.
- ¿Qué esperáis de mí? Sólo soy un pobre loco, sin tiempo para actuar y con tiempo de sobra para razonar,  con demasiados sueños imposibles en la cabeza, demasiada tristeza sobre mí. ¡Fijaos, estoy hablando con mis ojos!
- Sé feliz en sueños y sé feliz en la realidad. Eres capaz de partir tu mente en dos, te hemos visto soñar. Lo puedes aceptar.
- Limpiar todo un cielo no es coser y cantar. Ni siquiera yo lo podría lograr.
- Entonces nunca dejaremos de llorar.

Y no dejaron de llorar. Cada amanecer lloran lágrimas de tristeza, de arrepentimiento, de impotencia y dolor. A veces ni la risa sincera logra secar las lágrimas que caen por dentro.

Ver el cielo. Si no lo puedo tocar, al menos necesito verlo. De momento, empezaré a soplar. 

martes, 19 de marzo de 2013

Inflexión


Caminó largos años por un sendero complicado. Vivió días y noches y algunos otros murió. Por aquel entonces, no conocía el significado de que el tiempo pasase en completa inactividad.
Un día, vio pasar un ave enfrente suya. Se encontraba en la playa, caminando por la arena y así, como él, se mantuvo quieta durante horas y allí acudieron durante días.
Ambos tenían muchas cosas que hacer, amigos esperándolos, pero sentían que el mundo les pesaba y preferían esconderse en esa playa.
Conocían de antemano que no hubiera habido nada malo en hacer esas otras cosas, que cada vez que las hicieron se sintieron llenos y queridos. Pero el mundo les pesaba y contemplaban el mar, el uno junto al otro,  mientras sin ellos el mundo seguía girando.
Y giró y giró, y un día, sintieron que la vida se les escapaba. Y el mar se enfureció con ellos y con grandes olas los intentó expulsar de la playa. Tras la tormenta, ave y humano se miraron y se vieron el uno en el otro. Ambos tenían una familia (de sangre o de alma) y seguían esperándolos. Entonces vieron que el mundo les pesaba por arrepentimiento y tomaron la determinación de no arrepentirse más.
El ave echó a volar mirando una última vez atrás. Se topó con una bandada y voló sobre el mar. A formar parte del giro del mundo.
Él miró una hora más el mar. Allí sus lágrimas parecían pequeñas, pero no podían haber más.
Se giró y le dio la espalda a las olas, que rugieron de alegría. Allí encontró a quienes le estaban esperando,  que venían a llevárselo. Ya nunca buscaría excusas cuando una voz le dijera en su cabeza: Si no lo haces, te arrepentirás.  Ya nadie lo podría parar. Y así comenzó a girar.

martes, 5 de marzo de 2013

Niebla


Era la lluvia la que se abría paso por mis ojos. El estruendo de sus truenos me estremecía como un niño a solas en la oscuridad. Caminaba un día oscuro, por un sendero oscuro y la música no paraba de sonar. Música en el cielo.
Fueron las noches de niebla las que me perdieron lejos de sus manos. El susurro de los arboles que me llamó a cumplir mis sueños. Y todavía busco esos susurros. Todavía busco cumplir alguno de esos sueños traicioneros que despertaron mi mente y durmieron mi cuerpo. Música en el cielo y susurros en el aire.
Eran las piedras las que me hacían caer. Me hacían detenerme y fue un camino inmóvil el que me enterró filtrándome por los recovecos de su tierra y bloqueó mis piernas. Pero aun en la tierra escuché sollozos. Música en el cielo, susurros en el aire y llanto bajo la tierra fría.
Fue la luz la que secó mis ojos. El calor derritió mis fuerzas y me tendió, derrotado, sobre la hierba. El fuego crepitaba con gritos de dolor, dolor de la madera que estaba siendo consumida y clamaba por ayuda. Música en el cielo, susurros en el aire, llantos bajo tierra y gritos en las llamas.
Fue una gota, fue una chispa, tal vez un grano de arena o la caricia del viento.  O fueron todas juntas las que me pusieron a soñar y no me dejan despertar.

sábado, 2 de marzo de 2013

Plumas


Me arañan la piel las plumas de la almohada,
me hacen sangrar las caricias de la seda de sus dedos.
Me despiertan cada día los brazos del sol arrancándome las alas,
y la caídas duelen como las goteras en el invierno de sus labios.
Las calles son ruido y caos,  niebla y dudas.
La música que siempre me habla hoy está callada.
Son esos sueños los que me pintan las sonrisas
del dibujo de los pájaros cuando vuelan.
El vaso se rompió y dejó salirse toda una vida,
las migajas ahora las picotean las avecillas
que entre ruido se ríen de las personas que no pueden volar.
Y las espanto echandome a soñar y me descojono de su miedo.
Porque ellas en realidad no pueden volar.