miércoles, 12 de octubre de 2011

Dudas

Cuando todo en lo que crees se derrumba a tu alrededor. Cuando no ves más que al mundo fallar, una y otra vez. Cuando tus amigos son desconocidos y tu familia no te aporta nada, entonces, sólo te queda la duda. Y dudar no es agradable. No estar seguro de nada, no poder escuchar a alguien sin pensar que puede estar mintiendo.
Cuando eres un cobarde, cuando sientes la traición demasiadas veces, cuando alzas la vista solo para mirar atrás y no ves tu futuro. Cuando te duelen las piernas al andar, entonces, sólo te queda el lamento. La autocompasión. Te sientes solo, tonto y loco. Todo son sombras a tu alrededor.
A aquel en quien confiabas, ahora no te puedes ni acercar. A quien dabas tu vida, ya no puedes ni mirar. A aquel con el que querías compartirla, no le puedes encontrar. Pero no son ellos los que han cambiado. Probablemente siempre han sido así. Eres tú el que cambia. Eres tú el que de pronto ve el mundo con los ojos del pesimista. Toda la culpa es tuya y de nadie más, con lo que entras en un ciclo del que, si no andas con cuidado, no podrás salir. Tragas con todo el dolor posible para evitar hacer daño a los demás, nunca miras por ti mismo, y así estás. Tirado, tan endeble y vulnerable que la más mínima provocación te hunde más y más. Hundirte es fácil, sencillo, puede ser agradable al principio. Pero sin darte cuenta, llega un punto de inflexión. Un punto que puede durar un segundo, un día, un mes... Pero un punto del que, como no te empieces a levantar, no vas a poder volver atrás.
Eres testarudo, y no das tu brazo a torcer. Nadie sabe que realmente estás hundido. Transmites felicidad, alegría y esperanza. Tienes una gran fuerza, pues se necesita para poder tener dos caras. Una gran fuerza desaprovechada, estúpida, que deberías utilizar en cambiarte a ti mismo. Olvídate de los demás por una vez. Primero eres tú y tu felicidad. Luego vienen los demás y los problemas. Enciérrate en ti mismo pero no para lamentarte. Esta vez, enciérrate para luchar. Y no salgas hasta haber vencido, porque si pierdes, esa enorme fuerza algún día se acabará. Y tal vez tus amigos ya no sean tus amigos, tu amor ya no sea el que esperabas y tu familia no vuelva a ser la misma. Pero tú serás por fin persona, y gente ahí fuera hay de sobra. Dejarás atrás las dudas. Mirarás hacia delante. Agradecerás estar vivo. Mostrarás tu determinación.
Olvidarás el pasado. Saldrás de sus garras y le escupirás a la cara. Serás, por fin, libre.

 _________________________________________________________________

Reflexión de Sergio Ferrer:
Todos queremos y necesitamos ser, o al menos creer que somos, libres. Y no siempre es culpa nuestra, no solo nosotros cambiamos; a veces son los demás los que cambian. Esas personas a las que tanto creías conocer y de repente te sorprenden. Te preguntas si realmente siempre han sido así y tú estabas ciego o si son ellas las que han cambiado con el paso del tiempo.

Y sé que estás ciego y que estoy ciego, o más bien con la vista borrosa, pero, ¿realmente hemos estado siempre así? ¿los demás han sido siempre igual y no nos dábamos cuenta? No lo creo. Algo de culpa tienen que tener ellos, porque cambian, porque hacen cosas que no entendemos, porque... no todo puede caer sobre nosotros, porque eso fastidiaría nuestra efímera existencia. Y si hay algo de lo que estás seguro, de lo que estamos seguros, es que no queremos que eso ocurra.