miércoles, 2 de marzo de 2011

Gritos


Una vez más, me siento atormentado. Por más que lo intento, no puedo evitar ver la vida desde la perspectiva del tiempo, del fin. Otra época más en la que, tarde tras tarde, no puedo hacer más que lamentarme. Gritos. Gritos en mi cabeza que me incitan a escapar, me obligan a escapar. Silencio. Silencio que mueve a llorar, a caer de rodillas y morirme por gritar. Sueños imposibles, que solo en sueños quedarán. Noches tan cortas, que desearía no despertar. Solamente soñar. Y aún así hay momentos de alegría, no ahora, por supuesto. Pero me pregunto: ¿Por qué la semana pasada el mundo era más bonito? ¿Por qué ésta todo me parece gris, triste y pasajero?  Que mi vida se acaba, que me espera un futuro muy incierto y a la vez delimitado por muchos factores, demasiados impedimentos. No hago más que recordar, intento cambiar mis recuerdos, intento cambiar mi vida, pero solo puedo hacerlo en mis pensamientos. Qué lejos queda todo, cuantas decisiones que nunca me atreví a tomar, cuantas miles de acciones que hubieran hecho todo mucho más bonito. Mi vida no es más que un tropiezo tras otro, distintas piedras, mismo camino, y siempre haciendo lo que mejor se adapta a cada situación en mis pensamientos, nunca atreviéndome a actuar. Maldita cobardía. Y lo peor de todo, es que se como hubiera acabado cada una de esas situaciones. Como en una película, en mi mente veo lo que pasaría, pero nunca me decido a hacerlo real. Y así, van pasando los años, y cada vez me hundo más. Se me dio una oportunidad, mi pasividad e inactividad fue perdonada y se me dio todo un abanico de posibilidades. No aprendí. Nunca aprendo. Lo desaproveché golpe tras golpe. Siempre pensando que valía más la pena que yo lo pasase mal a que los demás lo hicieran. Y aún así provocaba malestar. Errores para bien o para mal.
Y ahora estoy aquí, solo, pensando y viendo que se todo esto y no evitará que mi futuro sea igual. Viendo como me quedo atrás mientras todos avanzan hacia sus sueños, sus destinos, tan sólo viéndolo pasar.
Y caigo en una espiral, de la cual puedo escapar, puesto que salgo y entro de ella a menudo, pero no salgo por propia voluntad. Salgo porque alguien se acerca a sacarme de ese agujero de pesar. No salgo, porque una vez dentro no me quedan fuerzas para intentar escapar, tan solo quiero dejarme llevar. Desde la más alta montaña, donde me siento en libertad, me empieza a arrastrar, lentamente... Hasta que me atrapa en su interior. Y me hundo, me voy a lo más oscuro, y solo dormir me ayuda, solo el paso del tiempo me cura.  Pero nunca deja de girar. Entonces es cuando las personas que aún me quedan en la vida, las que van, vienen, y no se van nunca más, esas personas, me dan su mano y tiran sin parar. Porque parece ser que a pesar de toda mi absurda estupidez, a pesar de todo mi dolor, hay gente que no se cansa de mí. Algunos, que, por costumbre, saben cómo entrar en mí y ayudarme a escapar.  Pero a veces estoy tan hundido, que me cuesta reflotar. Me mantengo inmóvil hasta despertar. ¡Pero no quiero despertar! Necesitaría otra vida para ver en una película la que mi mente se ha encargado de crear. Y esa película se me muestra en sueños. Por eso no hago más que soñar, porque por lo menos en mis sueños, todo funciona como debiera funcionar.
Mientras tanto, mientras siga siendo así,  solo me queda gritar,  gritar en mi mente. Porque en la realidad, molesto a los demás...