Triste día gris, húmedo, frío. Tumbado sobre la hierba, la lluvia sobre mi rostro. Miro al cielo sin pensar. Tan solo siento. Siento el viento meciendo los árboles con fuerza a mi alrededor. Silbando entre sus ramas y estrellándose contra mis oídos. Como un rugido, como un grito cargado de ira y energía. Las pequeñas gotas de agua me golpean con fuerza. Cada una de ellas, por separado, resultan risibles. Todas juntas pueden producirme dolor ,al igual que las hormigas, las cuales recorren mi cuerpo que se interpone en el camino hacía su guarida, hacia su hogar, como si yo no existiese. Como si fuese parte del paisaje. Un relámpago recorre el cielo. Violáceo, veloz, con sus centenares de ramificaciones, llena el paisaje ante mis ojos. Miles de voltios, la propia muerte para algún pobre árbol, para algún desdichado en mal lugar, todo ello delante de mí. Me ciega. Daña mis ojos. Dura sólo una fracción de segundo, tan poco tiempo para algo tan espectacular. Acontece el trueno. Un escalofrío. Un sonido que me llena de pavor. Una explosión tan brutal, tan llena de energía que no puedes más que darte cuenta de que, la naturaleza, en todo su auge, está ahí, viva, entre nosotros, y no se la puede detener. Las nubes, enormes, tan oscuras y cargadas de agua, de vida, pasan rápido ante mis ojos. Un pequeño pajarillo entona su canto. Un tenue rayo de luz se filtra entre las nubes, ahora más débiles, dando paso al arcoíris. Un precioso arcoíris, fruto, una vez más, de la naturaleza en su esplendor, que nos muestra que tras la ira, el dolor y el sufrimiento, aún queda luz, esperanza y alegría. Más pájaros se unen tímidamente al canto del primero. La tormenta amaina. Las últimas gotas me sacan de mi ensoñación. Me incorporo y miro en derredor. Las hormigas salen de nuevo a recibir al sol. Los caracoles, salen, nunca sabré de donde, mezclados con las hojas mojadas de las plantas. Todo a mi alrededor se llena de vida. De luz. Empapado, me levanto y echo a andar. El olor de la tierra mojada me reconforta, me llena de vida. Es hora de volver al camino. La tormenta ha acabado, es hora de volver a empezar, terminar de descansar.
Dedicado a la mayor amante de la naturaleza que conozco, Gemm :)