Me siento aturdido, confuso. Quizás melancólico, quizás optimista. Me asaltan grandes preguntas que requieren de grandes respuestas. Preguntas, que todos hacen alguna vez. Respuestas, que nadie puede dar. No pienso en un dios, en un ente que nos controla y escribe nuestras vidas. No pienso que todo esté ya predicho, que nada podamos cambiar. Pienso en una gran fuente de energía. Un sentimiento común que une todo por igual. Cada piedra, cada árbol, cada animal, cada persona. Todos son átomos. Todo electrones. Todo una única unidad de energía.
Pienso en las decisiones, las elecciones. Pienso que existe un destino creado por nosotros mismos. En que un hecho nimio, estúpido, escribe en nuestra historia un futuro concreto. Seguro que también te ha pasado, el ejemplo más común está a la orden del día. Estás en tu casa, sólo, alguien te propone salir a pasear y, no sabes por qué, aceptas. Todo lo que esperas es una tarde amena con un amigo/a y poco más. Casualmente, ese día encuentras a alguien que te apetecía ver y se une al paseo. O quizás eres testigo de algo que sabes que nunca olvidarás por su importancia. O simplemente, esa tarde acaba convirtiéndose en una tarde muy especial. La otra cara de la moneda es que podrías haber elegido no salir. Podrías haber estado en casa, y en casa haber pasado también algo especial, pero jamás lo sabrás. Sólo te queda que esa tarde, un simple sí te llevó a una serie de sucesos que no podían haber ocurrido de otra forma. Conforme saliste por la puerta, tu elección te condujo a unos objetivos(aleatorios o no, es otra cuestión). Con eso, tenemos el destino a corto plazo. Pero, ¿y si también nuestras decisiones afectan a largo plazo? Tal vez una persona que no quisiste conocer, unas palabras que nunca llegaste a decir, o la falta de valor que tanta mella ha hecho en mi vida, fuesen importantes.
Que todo ello, podría haber cambiado mucho una vida. Cuantas veces habré deseado volver atrás para cambiar mi forma de actuar. Recuerdo cientos de ocasiones en las que se con total seguridad que otras palabras, otra actuación, hubieran llevado mi vida a un punto totalmente distinto de donde está ahora. Ya desde muy niño lo sabía. Sabía que algunas cosas iban a orientar mi vida, a condicionarme. Hoy, se que ha sido así. Aunque intento romper esas barreras, algunas se que son más fuertes que yo, se que estarán siempre ahí para recordarme aquellas decisiones. Otros condicionantes, en cambio, los marco yo mismo ahora. Y leyendo, pensando, me vienen a la mente dudas acerca de algún tipo de destino marcado antes de nacer. ¿Será posible que exista de alguna forma vínculos prenatales? ¿Que alguien esté destinado a otro alguien? Una casualidad, una mirada, una palabra, una sensación de familiaridad, como si la hubieras conocido toda la vida, aunque hiciera poco que habías aprendido a hablar. No sé qué decir. Tal vez hay algo, mucho más antiguo de lo que podamos imaginar, que altera nuestra esencia y la ata de forma irremediable a otras esencias, haciéndonos saber que con esas y no con otras podremos estar. Que por más que busquemos, aunque nos neguemos, todo esto va mucho más allá de la ciencia, de lo humanamente normal.
Enredado en los hilos del destino, de la casualidad.