Nudos. Orillas que se miran separadas por el mar. Hierba hilvanada
por el viento y secada por el sol.
Dos sedales que se enredan, se buscan, se encuentran entre
violentas olas. Las navegan. Buscaban peces y se encontraron en un fuerte nudo.
Cálido. Sensual. Entre la tormenta del fondo del mar.
Estiran, estiran, y los sacan de ese mar. El sol los seca y
sus dueños los separan sin vacilar.
Marcados por el tiempo, el pasado no volverá.
Marcados por el tiempo, el pasado no volverá.
Dos manos que se tocan sin querer. Individuos en medio de
una multitud. No hay rostros, no hay cuerpos, sólo sombras.
Un tirón. Meñiques que se buscan entre sí. Un largo hilo
rojo acortado y obligado ahora a ceder. Él sigue el tirón. La ve entre todas
esas sombras. La ve mirar su mano extrañada. La ve seguir andando sin buscar
sus ojos. El hilo se rompe, llevándose una historia junto a él.
Se arrodilla entre murmullos. Le oprime mucho el pecho,
aunque fue la mano la que sintió el tirón. Alguien le toca por detrás. Una
sonrisa lo levanta y lo ayuda a andar. En otra dirección. Hacia otra ciudad.