Aquella noche perdí la cabeza y ella echó a volar. Se
escondió entre las nubes y me dejó sentado viéndola marchar. Tardé años en
levantarme sin caerme al empezar. En limpiar mis lágrimas y volver a soñar.
Marqué un árbol con una sonrisa y llegué al mar. Entonces el aire me llevó más
allá. Una tortuga me enseñó a andar. La arena de la playa me invitó a ser un
grano más. Las palmeras me vistieron con sus cortezas. Un halcón me enseñó a mirar y desconfiar. Las nubes me recordaron qué es llorar. El sol
me recordó que tenía que descansar. La
Luna me dijo que había terminado de soñar.
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