Arrastras tus uñas
por la espalda del río helado
que congeló el invierno de tu mirada.
Levantas esquirlas,
pequeños surcos negros
que recuerdan el calor de tu verano.
El pájaro del tiempo
que vuela observándome
sonríe y mueve más rápido sus alas.
Picoteó las migajas de mi alma
y ahora escapa acercándome a la guadaña.
Mi rompehielos hace tiempo
que quedó atrapado en la helada
y ahora nado sin brazos
sangrando por los labios.
El aire desgarra mi garganta
y la voz que escucho
es la del viento
soplando por tu cuello.
Los árboles ya han muerto.
Los peces emigraron.
Sólo quedan los cabellos que olvidaste.
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