Qué noche tan oscura. Me siento sólo, vacío. Tiemblo de frío. Frío emocional. Se estremece mi alma en tristes sueños e ilusiones, algunas, fracasadas, otras, todavía por fracasar. Voces atormentan mi cabeza, no dejándome descansar. Me persiguen, se entrometen hasta en mi más preciado recuerdo y lo sacan a relucir. Los fantasmas del pasado me gritan sin cesar. Corro, corro a ciegas en esta noche sin luna, sin rumbo, sin dirección, solo quiero huir. Huir de este llanto que me invita a participar de él. Quisiera ser un niño, volver a vivir todos aquellas risas, esas emociones inocentes y llenas de esperanza. Porque de niño, hasta el peor de los dolores es más llevadero, hasta la más oscura noche sabes que va a acabar. Me pesan los parpados, el desánimo me domina por completo. No tengo ganas de estar despierto, no tengo ganas de dormir. No tengo ganas ni siquiera de respirar. Cada inhalación viene seguida por un suspiro, un suspiro que me recuerda que sigo aquí, escribiendo, porque solo así las voces, expectantes por ver que plasmo sobre el papel, me dejan en paz. Porque sólo así, consigo olvidar. Por desgracia, pienso que días como hoy nunca acabarán. Que estas noches interminables siempre me perseguirán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario