lunes, 2 de abril de 2012

¿Amor?


Intentar definir el amor es algo absurdo. Puedes expresar con palabras su contorno, su capa más exterior, sus síntomas. Puedes intentar adivinar algo sobre él, todo conjeturas. Pero no se puede explicar algo que no se comprende y el amor es incomprensible. Desde la ciencia, se explica cómo llega y qué indica que se mantiene. Es lo máximo que se puede decir de él. Llega, como un huracán, produciendo una especie de enfermedad perversa en el cerebro y se mantiene durante el tiempo que el mismo amor crea oportuno. Al principio te priva de la razón, te somete a la dependencia más extrema y te nubla la vista. Por muy fuerte que seas, el amor doblega a todos por igual y si no sientes una falta inexplicable de cordura, es que no conoces el amor. Los que se guían por impulsos son los más propensos al amor, se sienten más a gusto. El amor es todo impulsos, nada meditado. Un trotamundos, llevado por su instinto y siguiendo solo el camino que le marca el corazón, disfrutará de la incapacidad producida por el amor más que ninguno, pues le llena de un gozo y dicha increíbles y es propenso a hacer las locuras más grandes.
El amor nos hace a todos iguales. Nos rebaja a un nivel en el que el amado es lo más importante y nosotros no somos nada. Seas rico, pobre, rey o plebeyo, la mujer adecuada te hará volver a tu infancia y ser capaz de cualquier cosa con tal de conquistarla.
El que se guía por la lógica en su vida, el que ahoga al corazón y rige sus pasos con un frío calculado es el más propenso al desastre. El que tiene un corazón de piedra y su vida se rige por fuertes principios acaba completamente destrozado. De un soplo, descubre que sus principios se tambalean, descubre que ya no es dueño de su mente a pesar de su fuerza de voluntad y que alguien, sin saber por qué, ha tomado el mando.
Se siente incómodo, no está a gusto con lo que le dicta el corazón, antes siempre en silencio. No le gusta no ser dueño de su vida e intenta ahogarlo con todos sus medios. Pero el amor es la naturaleza en sí misma y no se puede detener. Con el tiempo, todos los muros se derrumban y la lógica queda olvidada en un pequeño cajón, dando paso a los impulsos. Hay quienes afirman que un corazón que ha estado encerrado toda la vida es un corazón por el que vale la pena luchar. Quienes nunca han parecido ser sensibles, de pronto se convierten en la encarnación de la sensibilidad. Como un torrente de emociones y sentimientos desbordados que no se pueden controlar.
La diferencia entre el trotamundos y cualquier lógico calculador, es que el trotamundos muestra sus emociones y enseña al mundo su ser de forma constante. El amor le hace brillar más, impresiona al mundo con su soltura y sus formas, tal y como se espera de alguien que ha vivido siempre con el corazón. Un amor ardiente y pasional, mostrado día a día y que es difícil de olvidar. Su dedicación y entrega son dignas de elogio y guarda un trozo de corazón para cada amor que ha encontrado.
El otro, por contra, es lo opuesto a la emoción. Nadie espera nada de él y, de pronto, se desborda. Es un amor sincero, secreto, vivo y casi tangible. Un amor muy valioso, pues quien ha roto tantos muros se queda para siempre en la memoria y, por muchos muros altos y fuertes que vuelva a construir, nadie recogerá los escombros de los que esa mujer especial consiguió derribar.
Puesto que no me gustan los absurdos, no he intentado definir el amor. He definido como golpea y cambia la vida de los hombres igual que se puede definir como el oleaje del mar erosiona la tierra y golpea las rocas, desmenuzándolas. Igual que se puede definir como su superficie te embelesa y la brisa te hace sentir vivo. Intenta ahora definir el mar en sí mismo, con todo lo que contiene en su interior.

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