viernes, 24 de agosto de 2012

Aves


Todas las tardes andando por el mismo parque, desmenuzando las piedras del dolor que anidaba en su vida.  Pasado dolido, futuro desaparecido, sólo los pajarillos picoteaban las migajas de su alma en forma de pan duro.  Pobres de alma decían: ¡Está loco! pero no todos saben acerca del arte de no asustar a las aves.  Con sus picos se llevaban su dolor, desgajando un corazón podrido por el rencor.  Sus cientos de amigos de pequeñas alas que le llevaban a volar le hacían olvidar, olvidar el mal que causan las personas
Si no merecen la pena, ¿para qué recordar?  Su propio nombre había olvidado ya.  Tan sólo quedaban los cantos al despertar. Las nanas al anochecer.  La música alrededor del hombre que susurraba a las aves en el parque al amanecer.





"El hombre que susurraba a las palomas."

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