domingo, 10 de abril de 2011

Calor


No sé si será el sol, el tórrido viento de poniente o tal vez una enfermedad que me hace arder por dentro. ¿Pero, qué digo?. Sé que eres tú. Eres tú quien me produce este calor. Esta euforia desorbitada que escapa a mi control. Que enciende mi sangre y me exalta el corazón. Cuando siento tu fina piel blanca rozándome sin querer, cuando encuentro entre mis sábanas tu olor, que permanece intacto de la noche anterior.  Entonces, noto ese calor.  Cuando rozo tus cabellos, beso tus labios, te estrecho entre mis brazos. Cuando busco con mi lengua, lentamente, por todo tu cuerpo, como si de una sensación onírica se tratase, hacerte entrar en un mundo de placer y excitación.  Sí, entonces siento ese calor.
Cuando te tengo entre mi cuerpo y la pared y veo tus ojos temblar de nerviosismo de consciencia de lo que vendrá a continuación. Lentamente, como en un pequeño ritual, con suaves mordiscos, te quito los tirantes. Pasando por tu cuello, tus hombros, y bajando, siempre bajando.
Tus manos se posan sobre mí, una invitación para no parar. Pero, ya es tarde, ahora no puedes participar. Ya eres mía, yo tomo el control. Sujeto tus brazos contra la pared, y continuo mi quehacer. Bajando, deteniéndome en tus pechos. Pero brevemente, me gusta verte sufrir. Me aproximo más a ti. Que me sientas por completo cerca tuya. Suelto tus manos, toco tus caderas, mis manos, bajando. Cojo tus muslos, te levanto, apoyando tu espalda contra la pared. Sin parar, suave al principio, salvaje como un animal después. Buscando tus gemidos, tu acelerada respiración. Tus uñas en mi espalda, tu cuerpo contra el mío. En una explosión de sensaciones. Como una fusión de cuerpos, de emociones. Ambos encontramos lo esperado, la respuesta a miles de preguntas que nunca han sido hechas. La sensación de que todo es como debe ser. Todo está donde debe estar y eso es bueno. Perfecto. Como un sueño que no debe acabar.
Sí, cuando pienso en eso, puedo decir que siento ese "calor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario